Principios de la relación
facilitadora del crecimiento:
Es
una relación emocional entre el facilitador y el estudiante o participante, que implica un
vínculo cálido, respetuoso y abierto. También implica un compromiso emocional
claro y bien delimitado.
Es una relación permisiva en lo
que se refiere a la expresión de sentimientos, llena de consideración y respeto
positivo incondicional, comprensión y no evaluación.
Es una relación estructurada y
con límites claros.
Es una relación libre de todo tipo de
presión, control, dominación y coacción.
Es
recomendable trabajar siempre con un cofacilitador, especialmente si somos
principiantes o si el grupo es muy numeroso “arriba de 12 participantes”.
Tomar en cuenta que siempre
detrás de un sentimiento hay otros que pueden manejarse.
Cuando no sepas que hacer en una
situación, menor no hagas nada y siempre regresa al reflejo primario.
Cuando exista enojo o coraje
hacia ti como facilitador; recibe, escucha y empatiza con este enojo. De otra
manera aumentará la rabia y la defensa.
Cuando alguien este en postura defensiva, respétala; por algo está ahí
esa defensa. La persona sabrá cuándo abrirse.
Confiar
en la sabiduría del grupo en como elemento extraordinario de facilitación.
No hacerse responsable del crecimiento de los demás, cada quien es
responsable de su participación, silencio, actividad y todo lo que suceda en
las sesiones.
Cuando dos miembros se están agrediendo destructivamente es mejor parar
esa comunicación, pues esa agresión destructiva se hace inmanejable, provocando
distancias irreparables o la exclusión de algún miembro del grupo.
En caso de enojo de dos miembros
del grupo es importante que expresen su coraje haciéndose responsables de su
sentimiento en lugar de responsabilizar o culpar al otro. Cada uno tiene una
forma muy particular de percibir la realidad, siendo respetables las dos.
Favorecer la empatía.
Siempre estar alerta a los
diferentes roles que actúan los miembros del grupo. Recordar que atrás de estos roles siempre hay
necesidades y causas que debemos tomar en cuenta.
Estar
alerta a la energía del grupo y a la propia, para actuar congruentemente con
este nivel de energía.
Estar atento a todas las necesidades grupales y propias. Siempre es
bueno mirarse y comunicarse entre los facilitadores.
Cuando exista un miembro del grupo que no suelte el micrófono o la palabra, ayuda el
que uno deje de mirarlo para no reforzar su necesidad de ser el centro.